El otro día en una conversación con mi abuelo, que acaba de cumplir 78 años, me contó que para afrontar las interminables horas sin salir ni relacionarse durante los últimos meses, ha empezado a disfrutar de distintas actividades que le permiten mantenerse activo intelectualmente y con la mente ocupada.

Me pareció admirable que una persona con su edad aún tenga inquietudes y esa curiosidad para descubrir nuevas disciplinas que, por la razón que sea, en sus años más jóvenes no habían despertado su interés.

Entre otras actividades, mi abuelo me dijo que había empezado a estudiar inglés desde cero. Sí, sí, inglés. En su época, el idioma que más se estudiaba era el francés, pero ahora había decidido focalizar su capacidad de aprendizaje en el inglés, una lengua que siempre le había llamado la atención, pero que no había tenido la oportunidad de aprender.

Y es que siempre nos han dicho que los niños son como esponjas a la hora de aprender idiomas, que absorben la información y el oído es mucho más sensible para asimilar sonidos y acentos, además de su habilidad para imitar la fonética y la pronunciación.

Y es que desde que nacemos llegamos a este mundo reproduciendo los sonidos que escuchamos en el vientre materno y nuestros primeros años de vida son determinantes para desarrollar nuestro idioma materno en base al instinto de comunicarnos. Algo que se extrapola en el aprendizaje de un nuevo idioma en edades tempranas, se asimila más como un juego que como el esfuerzo que puede suponer para un adulto.

No vamos a obviar que cuanto antes empecemos a aprender un nuevo idioma mucho mejor. Sin embargo, el reto de aprender en la madurez también tiene muchas ventajas. 

De “mayores” podemos identificar más fácilmente qué metodología se ajusta mejor a nuestro perfil. Además, a estas edades probablemente lo haremos con un claro objetivo y la motivación será probablemente mayor. 

En el caso de mi abuelo, pienso que va a potenciar considerablemente su desarrollo intelectual, al mismo tiempo que hace trabajar la memoria, aumentando su capacidad para retener conocimientos, activando sus neuronas y frenando su envejecimiento.

Me parece muy inteligente por su parte emprender esta nueva aventura para él, que estoy seguro va a reforzar la confianza en sí mismo y le va a ayudar a mejorar su vida social y por qué no, también las ganas de viajar al extranjero para practicar el nuevo idioma y conocer de primera mano la cultura de los países de habla inglesa.  

Todo esto me lleva a confirmar aquello de nunca es tarde si la dicha es buena. En Ms&Mr Language lo tenemos claro y hemos desarrollado un completo programa formativo para que la edad y el nivel del idioma no supongan una barrera en el aprendizaje de una segunda, tercera o cuarta lengua, con cursos para niños y clases de idiomas para adultos.